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NIKSEN, el “arte de no hacer nada”

Estar ultra ocupado se ha convertido en símbolo de estatus e identidad (al menos en ciertos ámbitos y clases sociales), y corremos de un lado a otro para terminar con todas las tareas con las que nos sobrecargamos, y el no hacer nada tiene mala prensa.

Niksen es un término de origen holandés que define la inactividad del individuo con la intención de apaciguar la mente, para recuperar la productividad, la eficacia y la agilidad mental.

El niksen básicamente propone centrarse en la inactividad consciente, como respuesta a la sobreocupación y el acelere moderno.

Los beneficios de no hacer nada

Para esclarecer el concepto, el niksen consiste en dedicar tiempo y energía, de manera consciente y calculada, a hacer cosas como mirar por la ventana o permanecer sentados e inmóviles. Los menos informados dirán que estas actividades son propias de gente “floja” o que son un “desperdicio”. La clave es realmente dejar las tareas ‘productivas’ de lado y permitirle a la mente vagar, sin estar pensando en términos de resultados.

Estudios científicos y corrientes educativas se empeñan en demostrar que dejar que los chicos se aburran o que los adultos no hagan mucho por un rato tiene beneficios para cuerpo y mente.

Sandi Mann, una psicóloga de la Universidad de Lancashire Central, en el Reino Unido, estudia la relación entre el daydreaming (soñar despierto), un efecto inevitable de la inactividad, y la creatividad. “Nos vuelve literalmente más creativos, mejores para solucionar problemas, más capaces de tener ideas originales. No obstante, para que eso suceda, se necesita un momento de inactividad total. Hay que dejar que la mente busque sus propios estímulos”, explica Mann. Aunque los efectos casi inmediatos del ocio premeditado no sólo se ven sobre nuestra capacidad creativa, también sobre nuestra facilidad para relajarnos, dormir y disfrutar actividades en general.

En cambio, el impacto real de estar todo el tiempo ocupados produce el conocido síndrome de desgaste profesional o burnout, trastornos de ansiedad y  otras enfermedades relacionadas con el estrés. Especialistas en productitvidad y problem solving (resolución de problemas) plantean que una mente que no para, no sirve de mucho.

¿Cómo practicar el ocio «obligado»?

A la pregunta de si el niksen es similar al mindfulness o a la meditación, hay que aclarar que es algo mucho más simple. “No se trata de permanecer en el momento y ser consciente de lo que te rodea, como el mindfulness, sino que se trata de permitirte no hacer nada, de dejar que tu mente vaya donde quiera sin sentir culpa. Es una forma de recuperación mental en reposo y mientras se está despierto”, señala Olga Hamming, coach que utiliza esta metodología para combatir el estrés.

¿Por dónde empezar? Basta con hacer unos 20 minutos de pausa en la jornada, tomarte un té mientras miras por la ventana, salir a estirar las piernas o simplemente quedarte tirado en la cama mirando el techo. Puede que al comienzo te cueste dejar ir las preocupaciones y los deadlines, o la mera culpa por estar ‘perdiendo tiempo’. Pero es un proceso que de a poco se va aprendiendo, y, como bonus track, le permite a las neuronas establecer nuevas conexiones, según los neurocientíficos.

1 – Busca el tiempo para no hacer nada y hazlo con decisión e intención. Lo ideal es implementarlo cuando notas que estás en piloto automático.

2 – Establece las tareas que son una prioridad y las que te resultan placenteras. Siempre que sea posible, delega todas las demás. Enfocarte en lo que te resulta verdaderamente relevante puede ayudarte a crear espacios de tiempo libre en tu agenda.

3 –  Evita ser parte (ejecutor y promotor) de la cultura de la ultraocupación.

4 – Aprovecha las oportunidades ‘convenientes’ para practicar la inactividad, como cuando estás en una fila o esperando a que tus hijos salgan de la escuela.

5 –  Piérdele el miedo a decir «Nada» cuando alguien te pregunte qué estás haciendo durante un descanso. El lenguaje es cultura, y la forma en que hablamos sobre lo que nos pasa propicia comportamientos y lecturas (propias y ajenas). No tienes que dar explicaciones a nadie.

6 – No te desanimes si no empiezas a sentir de inmediato los beneficios de la inactividad. Quedarte sentado y quieto podría ser incómodo al principio.

7 – Crea tu espacio niksen. Para conseguir estas pequeñas pausas, es importante que encuentres o generes un entorno favorable a la desconexión, lejos del estímulo de pantallas y dispositivos. Puede ser en tu casa, en tu oficina, en un espacio verde.

Fuentes: El Cronista y The New York Times

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